sábado, 29 de enero de 2011

Hombre y Mujer.

Nuestro mundo es un mundo egoísta. En él todo está basado en el egoísmo, en la fuerza, la posición, el poder. Por eso la mujer en nuestro mundo aparentemente juega un papel secundario.

El hombre tiene por la naturaleza más fuerza e independencia. No está tan atado a la casa, los niños. Él conquista el espacio, descubre los continentes, tiene una fantasía más desarrollada, es más apasionado, tiene la pasión por el juego. Los hombres enloquecen en el mundo.

La mujer, según su naturaleza, es la fuerza más equilibrada, más seria, que equilibra el mundo. Es la fuerza del hogar, de la familia. Desde el punto de vista de la prolongación de la especie es la parte más importante de la naturaleza.

Pero como nuestro mundo es un mundo egoísta y agresivo, los hombres, que tienen la fuerza, la libertad y la capacidad de progresar por la fuerza, ocupan en este mundo incluso los puestos que no merecen. De este modo ellos básicamente determinan el estado de las cosas y las mujeres les tratan con indulgencia, dejándoles el sitio. Esto se aplica a todo: la religión, la ciencia, la vida cotidiana, la carrera, el sueldo… Solo los sitios que no les interesan a los hombres se quedan para las mujeres.

Pero, la ciencia Cabalá habla de algo totalmente distinto: de un mundo opuesto donde todo se gobierna con la fuerza del otorgamiento y el amor, que reina sobre todas las diferencias y contradicciones. Tenemos que dar a todo lo que existe la posición e importancia que le corresponde. Precisamente eso nos exige la naturaleza, la harmonía, la perfección.

Si pasamos de la recepción al otorgamiento, veremos el mundo opuesto, en que la mujer, Maljut, ocupa un sitio central, reina en el mundo. Esto procede de la construcción de los mundos espirituales. La mujer, Maljut, se encuentra en el centro de todos los mundos y todo existe para ella, porque de ella y a través de ella sucede el nacimiento y el desarrollo de un mundo nuevo.

M. Laitman.

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