viernes, 11 de febrero de 2011

el mundo esta dentro de nosotros.

Indudablemente, no entendemos nada acerca de nuestro trabajo, de forma similar a como un niño de dos años, que no sabe lo que tiene que llegar a ser a los tres años, no planea el proceso de su desarrollo, y no se moldea a sí mismo a la edad de tres años. Exactamente así es cómo creamos una menorá (candelabro de siete brazos): Fundimos una pieza de oro en el fuego, y esta aparece por sí misma. ¿Qué quiere decir “por sí misma”?

El hecho es que tú no puedes hacer nada por ti mismo. Si preparas tu intención (¡no una acción, sino sólo una intención!), si tú la construyes en la línea media, entonces fuera de tu materia, la Luz creará la forma particular que esta materia tiene que asumir. ¡Esta materia no puede asumir ninguna otra forma! En otras palabras, esta ya existe en aquella forma particular y tú sólo tienes que descubrirla debido a la intención que te revela esta imagen.

Tú entras a un mundo “preexistente”. Cuando “un balón o una flor”, “una menorá”, “una mesa”, “una sección de una tienda”, “el ónice y otras piedras preciosas” se revelan ante ti, tú descubres algo que ya existe. Tú renuevas tu percepción, tú descubres, se revela ante de ti, dentro de ti. Desarrollas tu visión, tu percepción, comprensión y aceptas. Según el grado de tu aceptación, ya no ves más la forma externa, sino más bien te das cuenta que todo ocurre dentro de ti; desarrollas una visión interna.

Lo que veas de forma corriente parece ser externo, pero en la espiritualidad, tú ves que todo existe dentro, que tu percepción es auténtica. Ya no tendrás más la ilusión de que el mundo existe fuera de ti, que existen el mundo y tú. La espiritualidad está eximida de esta mentira; sientes que todo está dentro de ti, dentro del alma con la que tú mismo te identificas.

(34523 – De la 2º parte de la lección diaria de Cabalá del 04 de Febrero del 2011, porción semanal de Torá)

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