lunes, 4 de octubre de 2010

secretos sobre el diluvio

En tiempos de Enoj, los hombres fueron adiestrados en la magia
y la adivinación, y en el arte de controlar las fuerzas celestiales.
Adán trajo consigo del Jardín de Edén el conocimiento de
“las hojas del árbol”, pero él y su mujer y sus hijos no lo practicaron.
Pero cuando Enoj vino vio la ventaja de estas
artes y cómo los cursos celestiales podían ser alterados por ellas,
y él y sus contemporáneos las estudiaron y practicaron la magia y la
adivinación. De ellos estas descendieron a la generación del Diluvio y
fueron practicadas para malos propósitos por todos los hombres de ese tiempo. Confiando en esas artes, desafiaron a Noé, diciendo que nunca ejecutaría
sobre ellos la justicia divina porque conocían una manera de evitarla.
La práctica de estas artes comenzó con Enoj, y por eso se dice de su tiempo: Entonces empezaron a llamar el nombre del Señor profanamente.

Todos los hombres justos que había entre ellos trataron de retenerlos,
como Jeret, Matusalem y Enoj, pero sin éxito, y el mundo se llenó de
pecadores que se rebelaron contra su Amo diciendo:
“Qué es el Todopoderoso que hayamos de servirlo?”(Job XXI, 15.)

Esto no es tan tonto como suena, pues ellos conocían todas las artes
como hemos mencionado y a todos los capitanes gobernantes encargados
del mundo. Confiaban en este conocimiento, hasta que Dios hizo que
no abusaran más y restauró la tierra a su estado primitivo y la
cubrió con agua. Más tarde, El la restauró de nuevo y la hizo productiva,
pues la miraba con misericordia, como está escrito:
“El Señor estuvo sentado en el Diluvio” significando “el Señor”
el atributo de la misericordia. En los días de Enoj, hasta los
niños conocían estas artes misteriosas.

Pero Si es así, ¿cómo podían ser tan ciegos y no ver que Dios se
proponía traer el diluvio sobre ellos y destruirlos? Ellos sabían,
pero pensaban que estaban a salvo porque conocían al ángel encargado
del fuego y al ángel encargado del agua y tenían medios de prevenir
que ejecutaran juicio sobre ellos. Lo que no sabían era que
Dios gobierna el mundo y que el castigo procede de El.
Ellos solamente vieron que el mundo estaba confiado a esos capitanes
y que todo se hacía por ellos, y por eso no prestaron atención a Dios
y sus obras hasta que llegó para la tierra el tiempo de ser destruida
y que el espíritu Santo fuese proclamado cada día: “Que los pecadores
sean consumidos de la tierra y que los malvados no sean más”(Salmos CIV, 35.)
Dios les dio un respiro todo el tiempo en que los hombres justos,
Jeret, Matusalem y Enoj estaban con vida. Pero cuando ellos
partieron del mundo, Dios hizo que el castigo descendiera sobre
ellos y perecieran, como se dice: “Y fueron borrados de la tierra”
(Génesis VII, 23.)

ZOHAR.

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