Nuestra naturaleza es completamente opuesta al amor por el prójimo. Sólo me amo a mí mismo. Todos mis cálculos, conscientes e inconscientes, son construidos exclusivamente sobre el beneficio personal.
La forma en que me siento, la forma en que miro, la forma en que pienso, y lo que veo, todo esto es canalizado a través del filtro de mi egoísmo, dejándome solo las cosas que pueden beneficiarme o que representan una amenaza. Todo tiene que servir a mi bienestar personal. Esa es mi naturaleza.
Sin embargo, tengo que adquirir otorgamiento universal, el amor universal, la fuerza eterna del Creador, la vida eterna. Y para eso, necesito hacer ejercicios preliminares en el grupo. Por eso Rabásh continúa:
Amar a tu prójimo sólo es posible cuando te rechazas a ti mismo.
M. LAITMAN.
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