martes, 14 de junio de 2011

¡Todo está dado desde Arriba, excepto el esfuerzo que tenemos que añadir!

La única creación es el deseo que aparece “a partir de la ausencia” en virtud de la Luz y que gradualmente alcanza su condición. Al principio quiere simplemente disfrutar, pero más tarde comienza a entender que está completamente bajo el gobierno de este deseo.

De esta manera el deseo crece gradualmente hasta que se da cuenta de su oposición total con la Luz. La primera vez sucede durante la 4º fase de la expansión de la Luz Directa, en el estado llamado Maljut del mundo del Infinito.

La criatura no puede mantener esta condición y se restringe. Esto la obliga a establecer una nueva relación con el Creador. Se siente obligada a ser como Él y se esfuerza por hacer esto, hasta que todos sus intentos la traen a la penetración mutua, que se llama “la ruptura de los deseos”.

Nos parece que la ruptura es algo negativo. Pero en realidad es al revés. Debido a esto, la criatura entiende su incapacidad total de ser como el Creador.

Para llegar a ser un dador y similar al Creador en el estado de la ruptura, esta carece únicamente de los esfuerzos. Más tarde, será capaz de alcanzar el otorgamiento y de elevarse de un estado mucho peor. Sin embargo, en primer lugar, esta tiene que experimentar la realización del mal, la oración, el trabajo, las buenas obras, y hasta que no tenga todo esto, no será capaz de volverse igual al Creador ni será capaz de ser como Él.

Hasta que la criatura no haya obtenido la vasija espiritual, es decir, la comprensión, la sensibilidad, su propio esfuerzo, la realización del deseo, es imposible decir que la criatura es similar al Creador. El pequeño no puede ser un dador. Él puede hacer algo pequeño, jugar con sus juguetes. Pero si él realmente quiere llegar a ser como un adulto, tiene que desarrollar una variedad de sensaciones en sí mismo.

Así, después de todo el desarrollo espiritual e histórico que se nos ha dado como preparación desde Arriba, descubrimos que coexisten dentro de nosotros dos deseos: el nuestro y un deseo adicional. El ser humano dentro de nosotros comienza con este. El deseo propio, natural atrae a la persona hacia los placeres que ve ante él. El deseo adicional lo atrae hacia cierto tipo de placer espiritual especial, sin embargo, él no puede sentir nada, además de placer.

Vemos en una persona de nuestro mundo su cuerpo físico, material. No se trata de esto, sino del deseo que lo atrae en dos direcciones. Uno está dirigido hacia lo que se le revela a la persona en sus cinco órganos de los sentidos. El otro se llama “el punto en el corazón”, y aún no es claro para la persona hacia donde lo atrae este deseo y si vale la pena usarlo.

Desde el momento en el que estos dos deseos se le manifiestan en la persona, ella es llamada un humano. Debido a estos dos estados, él puede llegar a ser semejante al Creador (Edome), es decir, ser llamado un humano (Adam de la palabra “Dome” o similar). Uno necesita sólo encontrar los medios, aprender a utilizar estos dos deseos que han despertado en él o ella.

Un deseo es viejo y es llamado “rey viejo y necio”, el otro es nuevo y crece como un “niño inteligente”. Si uno quiere tratar con ellos correctamente, es posible sólo con la ayuda de la fuerza superior. Por lo tanto, él no puede avanzar por su cuenta y necesita un mentor.

Todo está dado desde el cielo: La gente es llevada al lugar correcto para estudiar, todas las condiciones necesarias se crean para que ellos puedan aceptar y utilizar esta guía. ¡Todo está dado desde Arriba, excepto el esfuerzo que tenemos que añadir! Estos esfuerzos construyen al humano.

LAITMAN.

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